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Leydi P. G.

febrero 4, 2025

El caso de Leydi P. G., una menor de 17 años secuestrada por la banda del novio de su amiga del instituto donde ella estudiaba. Los criminales cayeron después que los padres depositaran S/700 y la policía identificó al titular de la cuenta.

En una charla privada, Mayalen Fray Moya le reveló a su pareja, Kleiber Espinoza Palomino, que la familia de su amiga del colegio, Leydi P. G., era adinerada y se dedicaba a la agricultura. Sin embargo, eso no era cierto.

Con la información proporcionada por Mayalen Fray, Kleiber Espinoza Palomino y su hermano Aarón Espinoza Palomino, ambos con antecedentes criminales por robo, planificaron el secuestro de Leydi P. G. bajo la creencia de que los padres de la joven de 17 años eran personas adineradas. Nada más falso.

A las 7:30 p.m. del lunes 6 de enero, cuando Leydi P. G. se encontraba en casa de su novio en Constitución (Oxapampa, Pasco), recibió la llamada de un hombre que le dijo que quería entregarle una información confidencial. La citó en la localidad de Puerto Súngaro (Puerto Inca, Huánuco), Perú, a una hora y media de distancia en vehículo.

La muchacha subió a su moto lineal y se dirigió hacia el punto de encuentro, sin saber que quien la había convocado era Aarón Espinoza Palomino, hermano de Kleiber Espinoza Palomino, pareja de su amiga Mayalen Fray.

En pleno trayecto por la carretera Fernando Belaúnde Terry, en el centro poblado San Juan de Pachitea, en la jurisdicción de Puerto Inca, Leydy fue interceptada por tres sujetos que la secuestraron y la mantuvieron en cautiverio.

A las 11:45 a.m. del día siguiente, martes 7 de enero, la madre de la adolescente, Marcelina Girón Carbajal, recibió la primera llamada de los plagiarios. Los delincuentes le exigieron que pagara un rescate de S/500.000 en un plazo de 24 horas. Si no lo hacía, mataban a su hija.

Para acreditar que hablaban en serio, uno de los sujetos envió al padre de la adolescente, Sebastian Pastrana Rojas, un video en el que se le observa a Leydi P. G., muy asustada y atada con una soguilla.

El individuo que le apuntaba en la sien con una pistola sería identificado como Delmer Lino Abad. Si Leydi no respondía al llamado de un desconocido, esto no habría ocurrido.

“¡Acá tenemos a tu hija! Hoy 7 de enero. Señor, ahí la tenemos. Todo tranquilo y sano. Lo que queremos es el dinero. Muy pronto le estamos poniendo el precio para poder conversar bien. ¿Ya señor?”, se le escucha decir al secuestrador.

El delincuente después sería identificado como Aarón Espinoza Palomino, hermano de Kleiber Espinoza Palomino, el novio de Mayalen Fray, amiga del instituto de la víctima. Los dos son de Satipo, Junín. Aarón, de 24 años, no concluyó la primaria. Kleiber, de 29 años, tampoco terminó la secundaria.

Inmediatamente, ocurrido el hecho, los padres denunciaron el caso ante la División de Investigación Antisecuestros y Extorsiones de la Dirincri, cuyos agentes viajaron a Cerro de Pasco. Ni los papás ni lo policías sabían en esos momentos que Leydi P. G. había sido asesinada.

El mismo día que enviaron el video, los plagiarios mataron a la joven, supuestamente porque los reconoció. Introdujeron el cuerpo en un costal y lo enterraron a un kilómetro del lugar de cautiverio. El autor del homicidio fue identificado como Delmer Lino Abad.

“¡Está viva, señor, está viva; ¡si no paga, le cortaremos los dedos a su hija!”, decían los asesinos cada vez que se comunicaban con los padres para exigirles el pago.

Durante las negociaciones, los agentes antisecuestros, al mando del coronel PNP Franco Moreno Panta, lograron rastrear mediante el sistema de geolocalización que las llamadas incriminadoras provenían de la zona de Satipo, en Junín. Y desde ese punto se conectaban en Lima. Precisamente, en el distrito de San Juan de Lurigancho.

El martes 21 y el miércoles 22 de enero, los padres de Leydi depositaron consecutivamente S/500 y S/200 a una cuenta bancaria, proporcionada por los plagiadores. Los progenitores de la víctima aún tenían la esperanza de volver a ver a su hija.

La policía rápidamente identificó al titular: Jonathan Yacila Silva, un limeño de 40 años, residente en La Victoria.

Interrogado por los agentes antisecuestros, Yacila confesó que quien le dio el encargo de recibir el dinero fue José Agapito Farro, un monsefuano de 46 años, con domicilio en la urbanización Azcarrunz, en San Juan de Lurigancho. Justamente de donde salían algunas de las llamadas de los hampones a los papás de Leydi P. G.

El monsefuano José Agapito, capturado el 22 de enero, no tardó en cantar. Afirmó que la pareja de convivientes, Miller Mautino Espinoza, huanuqueño de 32 años, y Estafane Trejo Melgarejo, limeña de 30 años, residentes en Las Terrazas, en San Juan de Lurigancho, fueron quienes le pidieron que hiciera el cobro del dinero.

Una vez arrestado Miller Mautino, este acusó a Kleber Espinoza Palomino y a su pareja, Mayalen Fray Mora, la amiga de Leydi P. G., la víctima del secuestro.

En los interrogatorios policiales, Kleber Espinoza y Mayalen Fray dieron los nombres y apellidos de los otros implicados. Aarón Espinoza Palomino, detenido en Satipo; y Rabdy Vargas Mateo, Rodrigo Romero Tejada y al asesino de Leydi P. G., Delmer Lino Abad; así como a su tío, Vicente Aquino Lino.

Revisando los archivos policiales, los agentes detectaron que Vicente Aquino Lino era un prófugo de la justicia. Lo estaban buscando en Pucallpa, donde cometió un asesinato. Por lo tanto, el secuestro no fue un plan fortuito de un grupo de amigos e interesados, sino la obra al completo de una organización criminal.

Detenido el 25 de enero, Aarón Espinoza confesó los delitos y reveló a la policía dónde había ocultado el cadáver de Leydi P. G.: en las inmediaciones de la comunidad nativa San Juan de Pachitea, en la jurisdicción de Puerto Inca (Huánuco).

La necropsia indicó que la joven había recibido golpes contundentes en el cráneo. No tenían intenciones de devolverla viva. Solo querían el dinero.

El caso de Leydi P. G., una menor de sólo 17 años, ha provocado indignación, pues la adolescente fue secuestrada por el novio de una compañera de instituto y luego asesinada a palos.

La "amiga" fue Mayalen Fray Moya, quien contó una mentira a su enamorado, Kleiber Espinoza Palomino, que la familia de su compañera del instituto Leydi P. G. eran agricultores con dinero.

Kleiber Espinoza Palomino y su hermano Aarón, con la ayuda de Fray Moya, planearon el secuestro de la joven pensando que podrían obtener mucho dinero.

Leydi recibió la llamada de un sujeto desconocido que supuestamente le entregaría información confidencial en un lugar alejado de su hogar en la localidad de Puerto Súngaro, en la provincia de Puerto Inca, Huánuco.

La víctima subió a su moto y fue interceptada por 3 sujetos en el camino, quienes la secuestraron. Luego pidieron S/500 mil y enviaron un video de Leydi amarrada y llorando.

El mismo día del video, los sujetos asesinaron a Leydi golpeando su cabeza, supuestamente porque reconoció a los hermanos Espinoza Palomino, ambos con antecedentes policiales, y luego la enterraron.

Los padres, sin saber que su hija estaba muerta, denunciaron el hecho a la División de Investigación Anti secuestros y Extorsiones de la Dirincri, con la esperanza de recuperarla con vida.

Los padres de la joven depositaron S/500 y S/200, mientras la Policía ya sabía que los delincuentes se comunicaban desde Satipo en Junín, a través de Lima.

El titular de la cuenta era Jonathan Yacila Silva, un limeño de 40 años, quien le prestó la cuenta a José Agapito Farro, un monsefuano de 46 años, residente en San Juan de Lurigancho, Lima, de donde venían las llamadas de los delincuentes.

Así, la Policía logró llegar hasta los hermanos Espinoza Palomino y la "compañera" de Leydi, Mayalen Fray.

La necropsia indicó que la joven había recibido golpes contundentes en el cráneo. No tenían intenciones de devolverla viva. Solo querían el dinero.

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