El hallazgo del cuerpo de una mujer identificada como Leila Cristóbal, una profesora de educación inicial desaparecida desde fines de diciembre, ha conmocionado a la comunidad del distrito de El Agustino, en Lima, Perú.
Su cuerpo fue encontrado enterrado en la casa de su expareja, Roberto Palomino, quien también apareció muerto en circunstancias cuestionables. Las autoridades investigan los hechos, que han sido calificados como un posible feminicidio y un supuesto suicidio.
Leila Cristóbal, de 27 años, fue vista por última vez el 30 de diciembre de 2024. Cámaras de seguridad captaron una discusión con Roberto Palomino, con quien mantenía una relación de tres años marcada por conflictos.
En las imágenes, se observa cómo ambos se empujan y forcejean antes de dirigirse juntos hacia la vivienda del joven, ubicada en el asentamiento humano Santa Isabel.
Pese a la alerta de desaparición y el uso de perros especializados en búsqueda, el cuerpo de Leila fue encontrado recién 15 días después, enterrado a 50 centímetros de profundidad en el dormitorio de la casa de Roberto. La necropsia reveló que la causa de su muerte fue asfixia mecánica.
Roberto Palomino fue detenido el 3 de enero en la comisaría de San Cayetano. Al día siguiente, las autoridades informaron que había fallecido en su celda, presuntamente por suicidio, al colgarse con una sábana.
Sin embargo, familiares y especialistas cuestionan esta versión debido a las marcas de golpes en su cuerpo, que sugieren posibles actos de violencia en el interior de la dependencia policial.
El hallazgo del cuerpo de Leila plantea dudas sobre la primera inspección policial realizada en la casa de Palomino el mismo día de su muerte. Según testigos, no se encontró evidencia relevante en esa ocasión, pero días después, tras nuevas declaraciones de vecinos, se realizó una excavación más exhaustiva que reveló el cadáver de la joven.
Los familiares de Leila y expertos en criminología consideran que pudo haberse utilizado algún producto para enmascarar el olor del cuerpo y evitar su detección inicial. El criminólogo Dani Humpire señala que a esa profundidad, los perros de búsqueda debieron haber dado señales.
La familia de Leila expresó su profundo dolor y exigió respuestas claras. “Solo quiero saber la verdad. Mi hija merecía una vida llena de sueños, no este final trágico”, comentó entre lágrimas la madre de la joven.
Por otro lado, los familiares de Roberto rechazan las acusaciones en su contra y piden investigar las condiciones de su muerte en la comisaría. “No creemos que se haya suicidado; hay muchas irregularidades”, señaló su hermana.
El caso ha generado indignación en la comunidad y ha puesto en evidencia posibles fallos en los procedimientos policiales y forenses. Mientras las familias esperan justicia, las autoridades continúan investigando las comunicaciones entre la pareja y analizando pruebas para esclarecer los hechos.
El desenlace de este caso será clave para comprender qué ocurrió realmente y garantizar que se haga justicia para ambas víctimas y sus familias.
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