Yulieth Arboleda falleció tras el colapso de su vivienda y su hijo aún no aparece.
La comunidad de Manzanillo, en Altavista, Colombia, amaneció sumida en el dolor tras una tragedia provocada por el desbordamiento de las quebradas Potrerito y La Guayabala.
Durante la madrugada, un aguacero persistente hizo que ambas corrientes se salieran de su cauce, arrasando con todo a su paso sin dar tiempo de reacción a los habitantes.
Entre las víctimas se encuentra Yulieth Arboleda López, una madre de 37 años que trabajaba en la empresa de salud Sura, cuya vivienda colapsó durante la emergencia.
En el interior de la casa también se encontraba su hijo de 13 años, José Miguel, quien al igual que ella fue arrastrado por la fuerza incontrolable del agua.
El esposo de Yulieth y dos personas más que estaban en la casa lograron escapar con vida. Salieron entre gritos y escombros mientras el agua destruía todo a su paso.
“Solo unos minutos separaron la calma de la tragedia”, relata un testigo que presenció cómo la vivienda quedó convertida en ruinas en cuestión de segundos.
El cuerpo sin vida de Yulieth fue hallado horas más tarde en el sector La Capilla, a varios metros del lugar donde antes estaba su hogar, lo que generó consternación.
Vecinos y rescatistas que colaboraban en las labores de búsqueda sintieron profundamente el hallazgo, pues muchos la conocían y habían compartido con ella en la comunidad.
José Miguel continúa desaparecido. La esperanza de hallarlo con vida se va desvaneciendo con el paso de las horas, mientras la angustia de sus familiares aumenta.
Unidades del Cuerpo de Bomberos, junto con decenas de voluntarios, trabajan sin descanso. Remueven barro, piedras y vegetación a lo largo del cauce.
A pesar del esfuerzo colectivo, cada minuto que transcurre refuerza la tristeza del entorno, donde la solidaridad se mezcla con la resignación y la impotencia.
“La búsqueda no se ha detenido”, comentan los voluntarios que, aún con lluvia, siguen peinando la zona con la esperanza de hallar algún rastro del menor.
Este hecho ha impactado profundamente a Altavista y ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de muchas familias que viven cerca de cauces naturales.
La comunidad espera respuestas, pero también clama por apoyo institucional ante una tragedia que enluta no solo a una familia, sino a toda la región.